Una carta sobre la depresión
Hay días en que el sol parece olvidarse de entrar
por la ventana. Otras veces sentimos como si las estrellas estuviesen
iluminando hacia el lado opuesto de nosotros. No es que esté nublado afuera, ni
que la noche sea demasiado oscura: es que algo dentro de nuestra mente y
nuestras emociones se ha nublado. El cuerpo se mueve, pero el alma no avanza.
El café se enfría sin tomarse. El espejo no devuelve nada. Y el silencio...
pesa.
La depresión no siempre grita. A veces se disfraza
de cansancio, de apatía, de una sonrisa que no llega a los ojos. Y otras veces,
somos nosotros mismos quienes la disfrazamos. Aprendimos a sonreír para no
preocupar a los demás, a decir “todo bien” cuando por dentro algo se rompe. Nos
volvemos expertos en ocultar lo que sentimos, como si mostrarlo fuera una carga
para otros. No es solo tristeza. Es una ausencia. Es estar rodeado de gente y
sentir que no estás presente. Es mirar el calendario y preguntarse cómo se
llegó hasta aquí.
Y a veces, la tristeza nace de la nostalgia.
Últimamente he visto muchos reels que dicen: “Te despiertas y todo fue un
sueño. Tienes 7 años. Es la cena de Navidad con tu familia.” Ese tipo de
contenido nos toca en lo más profundo. Nos recuerda lo que fue, lo que ya no
es, lo que tal vez nunca volverá.
Roque Schneider decía: “La distancia produce
nostalgia, y la nostalgia es la ausencia presente de alguien.”
La distancia del tiempo pasado también produce esa
nostalgia que nos hace traer al presente recuerdos que ya fueron. Están allí, a
veces para hacernos sonreír, otras para lamentar lo que no hicimos.
La nostalgia puede ser dulce, pero también puede
doler. Arrastrar el pasado, revivirlo sin procesarlo, puede hacernos sentir
primero tristes… y luego, si no lo soltamos, esa tristeza se agudiza. Se
convierte en depresión. Porque añoramos algo que ya pasó, o deseamos cambiar
algo que no podemos.
Estar pasando por una depresión no se trata de
debilidad. Se trata de una batalla silenciosa que muchos libran sin que se
note. El cuerpo también habla: insomnio, fatiga, falta de apetito,
irritabilidad, pensamientos oscuros. A veces, el cuerpo es el único que se
atreve a decir lo que el alma calla.
Buscar ayuda no es un acto de debilidad. Es un acto
de valentía. Hay caminos: terapia, medicación, comunidad, fe, arte. A veces, el
primer paso es simplemente hablar. Decir “no estoy bien” puede abrir una puerta
que parecía cerrada.
Cinco formas de acompañarte en la lucha contra la
depresión
La depresión no se combate con fórmulas mágicas,
pero hay gestos cotidianos que pueden abrir grietas en la oscuridad. Aquí
comparto cinco formas que pueden ayudarte a reconectar contigo mismo:
1. Camina,
aunque sea lento
El cuerpo necesita moverse para que el alma respire.
Una caminata diaria, aunque breve, puede ser un ritual de reconexión. El
ejercicio libera serotonina, esa molécula que nos recuerda que aún hay luz.
2. Escribe lo
que pesa
Llevar un diario no es solo para poetas. Escribir lo
que sientes, sin filtros, puede ayudarte a entenderte y liberar lo que te
ahoga. A veces, al releer, descubres que has avanzado más de lo que creías.
3. Escucha música que te abrace
La música tiene el poder de tocar lo que las
palabras no alcanzan. Hay que ser cuidadosos: evitar canciones que describan
tristeza puede ayudarte a no hundirte más. Escucha melodías que te conecten con
momentos de paz, o que simplemente te acompañen en el silencio y te inspiren a
ser mejor.
4. Busca la naturaleza
Estar entre árboles, sentir el sol en la piel,
escuchar el viento… todo eso nos recuerda que somos parte de algo más grande.
La naturaleza tiene una forma de sanar sin decir nada.
5. Habla con alguien que te escuche
No estás solo. Hablar con alguien de confianza—un
terapeuta, un amigo, un mentor—puede ser el primer paso para salir del
aislamiento. Expresar lo que sientes es un acto de valentía.
Ritual de cierre
Esto lo aprendí de mi hermana. Ella siempre dice
que, por muy nublado que parezca, en todos lados hay luz. Me recomendó encender
siempre una vela para recordarme que incluso en la oscuridad hay fuego: fuego
de amor, de amistad, de alguien que te quiere y desea que estés bien. O
simplemente de alguien que anhela que ese mal momento que estás pasando termine
pronto.
Recuerda que incluso en el silencio, hay memoria.
Que incluso en la tristeza, hay posibilidad.
Y recuerda: no tienes que sonreír si no puedes. A
veces, mostrarse vulnerable es el primer acto de sanación.
Si algo de esto resonó contigo, elige una de esas
cinco formas como tu primer paso. No para curarte de inmediato, sino para
comenzar a acompañarte a ti mismo con más ternura. Trátate bien. Porque si te
miras sin piedad, reflejarás a una persona rota. La primera persona que debe
preocuparse por ti… eres tú.
Gracias por leer. Gracias por seguir. Gracias por
existir.
Con afecto,
Winston
Referencias
“Cinco Formas de Superar La
Depresión (Para Adolescentes) | Nemours Kidshealth.” Edited by Lisa M. Buckloh, KidsHealth, The Nemours Foundation, Aug. 2022,
kidshealth.org/es/teens/depression-tips.html.
Schneider, Roque, and María
Antonieta Villegas. “Pequeñas Pero Grandes Cosas.” O Valor Das Pequeñas Cosas, 12th ed., San Pablo, Buenos Aires,
2005, pp. 50–50.
Uclahealth.
“7 Health Benefits of Spending Time in Nature.” UCLA Health, 14 May
2025, www.uclahealth.org/news/article/7-health-benefits-spending-time-nature.
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